15 enero 2011

ALOMAR FABREGAS, Agustín


Antiguo Hospital de La Stº Cruz y de S.Pablo
(Imagen:lasmentiras.blog)
 Hombre afable, profunda bondad y dotes de sana inteligencia, definen la personalidad de éste dermatólogo que tantas amistades conquistó. "Era el amigo de todos", son palabras de Mercadal Peyri, al redactar su nota necrológica.

Como dermatólogo siempre demostró gran competencia en todos los aspectos. Cuando ocupó la Jefatura Y Dirección del Departamento de Cancerología del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo de Barcelona, pudo demostrar sus grandes dotes de Jefe, como buen compañero que escuchaba y atendía a todos y a cada uno de sus colaboradores, mostró gran maestría con la organización de cursillos de puesta al dia de problemas cancerológicos y dermatológicos.

No fue gran amigo de congresos, pero asisitía a los que consideraba podía aportar experiencia.

Ya fuera de periodo de nuestro estudio, en 1968, fallece en Barcelona.

ALVAREZ SAINZ de AJA, Enrique


Nació en Madrid el 16 de Septiembre de 1884, en la calle Gravina nº 11. Cursó los estudios de Bachiller primero en el Colegio de San Francisco Javier y posteriormente en el Instituto del Cardenal Cisneros, y los de Medicina en el viejo caserón de San Carlos, donde fue interno del gran maestro e insigne cirujano D. Alejandro San Martín y con el Catedrático de Obstetricia, D. Antonio Fernández Chacón. Fue Premio Extraordinario del Bachillerato, de la Licenciatura de Medicina en 1906 y del Doctorado en 1907. Terminó la carrera con un solidísimo bagage clínico. Trabajador infatigable desde sus años mozos, ingresa por oposición en 1908, con pocos meses de intervalo, como facultativo de la Beneficiencia Municipal y de la Provincial, siendo destinado como médico de guardia al Hospital de San Juan de Dios, donde conoce a Juan de Azúa  y es rápidamente seducido por su enorme personalidad.

La influencia que Azúa ejerce en el jóven y brillante médico es extraordinaria. A pesar de su formación inicialmente quirúrgica (su Tesis doctoral versó sobre "Peritonitis con perforación"), de sus coqueteos con la Ginecología (fue vicepresidente de la Academia Española de Ginecología, Obstetricia y Pediatría), rápidamente se orienta hacia la especialidad dermatovenereológica. Es en 1909 uno de los fundadores, con D. Juan de Azúa, de la Sociedad Española de Dermatología y Sifilografía, consagrándose definitivamente a esta especialidad al ser ascendido a médico de Número del Hospital de San Juan de Dios en el año 1913.

A partir de 1913, Sainz de Aja y Sánchez Covisa, bajo la tutela de Azúa, inician sus respectivas escuelas dermatológicas durante varios años. Al morir Azúa en 1922, existen en el Hospital de San Juan de Dios dos escuelas dermatológicas pujantes, émulas y rivales, pero no enemigas, que reciprocamente se estimulan y compiten promoviendo el gradual desenvolvimiento de la Dermatología Española.

Desde 1908 hasta su jubilación acude puntualmente al Hospital de San Juan de Dios, a las nueve de la mañana. Clínico expertísimo, redacta o dicta él mismo las historias clínicas y anota cuidadosamente la evolución de los enfermos. Gay Prieto dice de D. Enrique: "Terapeuta consumado, consciente de la importancia que tiene el tratamiento local, no vacila en hacer personalmente las curas tópicas, para mejor instruir a su personal subalterno..." En otro párrafo continua diciendo este mismo autor: "....Trabajador metódico, organiza un archivo modelo de historias clínicas, clasificándolas cuidadosamente. Este archivo, de valor incomparable, servirá en ocasiones para importantes publicaciones estadísticas, y es que su intuición genial le hizo también anticiparse a la orientación epidemiológica de la especialidad. Colillero del tiempo como su amigo Marañón, al terminar el trabajo del Hospital, vuelve a su consulta privada, para olvidar, dice él, el trabajo de las tardes".

Bravo Sanfeliú, discípulo de Sainz de Aja, manifiesta: "De mi maestro, de D. Enrique, ¡qué voy a decir que no sepais todos!, de un carácter entero, fuerte, aveces violento, pero en chispazos momentaneos. Sin consecuencias. Porque al instante sabía sonreir y no le faltaba sentido del humor..."

Su preocupación fundamental era la clínica y sobre todo la terapéutica. La ciencia y, sobre todo, el arte de curar, fueron meta constante de sus desvelos. Clarámente lo confiesa en el prólogo de su libro "De terapéutica dermatológica": "No vais a encontrar una obra uniforme, ni completa, sino retazos, apuntes sueltos, con más miras a lo necesario y útil que a los didáctico. Es obra, opúsculo o folleto -calificarlo a vuestro placer- para especialistas que, en plena posesión de conocimientos dermatológicos, se hallen vacilantes en Farmacoterapia..."

"...No todo ha de ser ciencia, también es importante la estética, y no es cosa de baladí el arte dermatológico."

Volviendo a Bravo Sanfeliu, dice en una nota, inserta en Actas Dermosifilográficas, que leyendo a Saínz de Aja se aprenden esos "pequeños detalles" que la mayor parte de las veces constituyen la clave del éxito y que en realidad son los que hacen el verdaderos especialista.

Sería imposible reseñar en breves lineas la ingente labor publicitaria de este dermatólogo, que comprende 502 trabajos:citaremos algunos: El prmero en 1902, siendo estudiante de Medicina, es un estudio experimental sobre los efectos de la doble vagotomia en el perro. En 1914 escribio sobre "Fístulas perineales"; en 1922 sobre "Una variedad poco común de adenitis inguinales"

Dos aportaciones a la técnica de la bacteriología (1913). En 1915, aporta catorce comunicaciones, entre las que figuran: "Cinco años de práctica de medicación salvarsánica", "Estudio del cianuro de oro y potasio", "Estudio de una porfiria debido a inyecciones mercuriales insolubles", "Indicaciones dermatológicas del Ictiol"

"Pitiriasis rubra crónica"(1916), "Contribución al tratamiento de los fagedenismos venéreos comunes" (1918), "Hemorragias intersticiales tras inyecciones intramusculares", un estudio completo del tratamiento del lupus tuberculoso, Transmisión de la sífilis de padres a hijos, etc.

En 1920, "Transmisión de chancros venéreos por personas sanas", "Exantemas postsalvarsánicos", "Tratamiento intraraquídeo de la neurosífilis, "Tratamiento hidroterapéutico de la sífilis"

En 1921, merecen citarse:"Cuando deben evitarse las reacciones de Herxheimer en las lesiones sifilíticas", "Pústula maligna curada con Neosalvarsan".

En 1922, "Psoriasis en hipogenitalismo", "Una variedad no común de adenitis inguinal". En 1923, "Epiteliomas primitivos del cuero cabelludo". y en 1926 sobre el "Síndorme precanceroso del pene". Antes se había ocupado del Síndrome de Guillaim-Thaon (1909). También publicó los dos primeros casos de reinfección sifilítica (1910); una modificación de la técnica de Payr (para el tratamiento del lupus tuberculoso (1922) y el tratamiento con carbonato amónico para la erisipela (1913).

Sus aportaciones a la terapéutica son innumerables. Consagra numerosos trabajos al tratamiento de la sífilis, a sus reacciones, primero con el "606" y luego con el "Neosalvarsan", más tarde con el arsenósido y con las terapéuticas combinadas arsenicales y mercuriales. Es el primero en introducir las sales de oro para el tratamiento de los tubercolisis cutáneas.

Realiza una gran labor como serólogo. Introduce en España la reacción de Meinicke.

Funda, aún siendo estudiante, el Ateneo de Alumnos Internos de San Carlos, del que más tarde sería Presidente, e inicia la formación de una biblioteca.

En 1912 acude al Congreso Internacional de Dermatología de Roma, donde presenta cinco comunicaciones, que por su laboriosidad y méritos es nombrado tesorero de la naciente Asociación Internacional de Dermatología; además asistió con cargo oficial a los de Copenhage(1930) y Budapest(1935).

Un año más tarde, en 1913, es nombrado secretario de la Sociedad Dermatológica Española, y a partir de 1922 (muerte de Azúa) alterna con Covisa la presidencia de esa Entidad.

Sale de Madrid poco antes del 18 de Julio de 1936, y vuelve a España Nacional cuando se abre la frontera de Hendaya, instalándose en Burgos, como capitán médico Honorario.

Además de otras condecoraciones concedidas antes de la Guerra del "36", era poseedor, entre otras, de las siguientes.

- Caballero Gran Cruz de la Orden del Mérito Sanitario.
- Caballero de la Gran Orden de San Lázaro y San Juan de Jerusalen.
- Comendador de la Orden de Instrucción Pública de Portugal.
- Medalla de plata de la provincia de Madrid.
- Cruz del Mérito Naval de l 3º clase (La más alta)
- En 1944, se le concede La Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad.

08 enero 2011

AZÚA SUAREZ, Juan

El Profesor D. Juan de Azúa fue, con Olavide -formado este último en la escuela francesa-, el pionero de la Dermatología en nuestro país.

Azúa, oriundo de Madrid, nace en Septiembre de 1858, de familia modesta, tenía sangre vasca y castellana. Su primera enseñanza tuvo lugar en Siruela ( Badajoz); la segunda ayudado por su tio, el Dr. Suarez Monje, médico homeópata, la desarrolló en Madrid.

Comenzada su carrera de Medicina, es alumno interno de la Facultad de San Carlos, Presidente del Ateneo de Alumnos Internos; se licencia en 1879 y se doctora en 1906, siendo ya médico de San Juan de Dios.

Opositor múltiple, es médico de la Beneficiencia Municipal de Madrid y desde 1884 profesor de Número de la Beneficiencia Provincial, siendo sus compañeros de promoción Fiol del Valle, Vera López. Bravo Coronado, López Elcegaray y Carcía Mansilla.

(Existe un estudio de la personalidad científica y la obra de éste médico español: DURAN SÁNCHEZ, J.:"Biografía del Dr, D. Juan e Azúa y Suarez". Trabajos de la Cátedra de Historia Crítica de la Medicina.VII:247-52. MADRID 1936.)

Despues de seguir la carrera con gran entusiasmo, siendo discípulo predilecto del Dr. Creus, ingresó por oposición en el Hospital Provincial, dedicándose a cultivar la especialidad de enfermedades de la piel. Anteriormente se formó en Medicina General y en Medicina Interna.

Azúa, iniciado en los estudios dermatológicos dentro de la doctrina humorista y recogiendo la herencia científica del Dr. Olavide, acoge con entusiasmo la innovadoras teorías de la Escuela de Viena cuyos representantes eran Hebra y Kaposi, llevó a cabo la gran revolución de nuestra Dermatología, que consiguió independizar, separándola del antigüo concepto diatésico.

En nuestro país, dicen Sanchez Covisa y Bejarano Lozano, han tenido las doctrinas de Hebra un ilustre representante en la obra fecunda, desde el punto de vista pedagógico del Prosfesor Azúa; Alvarez Sainz de Aja, ratifica lo mencionado por estos autores y dice que sus lecturas tienen como más principales fuentes las publicaciones austroalemanas en la Escuela de Hebra y Kaposi.

Este gran maestro dió a la historiología toda la importancia que se merece. De un modo minucioso hacía la historia clínica de cada uno de los enfermos, y en pocos años consiguió formar un archivo, que era la admiración de los especialistas extranjeros.

Tras los nombres de Gaspar Casal ("Estudio sobre la Pelagra"), Benito Hernando ("La Lepra en Granada") y Olavide, es Azúa el continuador y al mismo tiempo el renovador ,que da empaque a la especialidad y a ella aporta los conocimientos de finales del S. XIX y primera década del XX.

Su formación se aleja de Olavide, y de Bombin, y muerto el Dr. Castelo (padre) no encontró -"que bien pudo"- tener un contrapunto en Fernando Castelo.

Alvarez Sainz de Aja, que conocía bien al maestro, en su monografía titulada "Apuntes de su Historia", manifiesta que Azúa inició una colaboración con el Dr. Serrano Lorente y Povedano, uniéndose más tarde a su equipo Oyarzabal; y después Garcia del Mazo, Sixto Martín y José Quintero Duque, que comienzan a formar el censo de sus discípulos; pero ni unos ni otros colaboran en la parte ascensional de la clínica, aún cuando son intangible trabajadores. Así podremos comprobar como en un periodo de tiempo, 1889 a 1908, publica poco; su obras sanitarias :"Etiología del eczema vulagar por estafilococo dorado", "Doce años de práctica dermosifilográfica", Demografía dermatológica y sifilografía de la provincia de Madrid".

Según este mismo autor, en el año 1904 publica, en colaboración con Claudio Sala, su trabajo sobre "Pseudoepitelioma cutáneos", que presenta al Congreso Internacional celebrado en Madrid. En 1902 es nombrado oficialmente profesor de Dermatología. En 1909 funda la "Revista Clínica de Madrid"
, en unión de Elcigaray, Goyanes, Medinabeitia, Cardenal y Salas y Ortiz de la Torre, revista que no tardó en ser absorvida por el "Siglo Médico"  y por la constitución de la Academia Española de Dermatología y Sifilografía, a la cual Azúa dedica su tiempo y la mayoría de sus trabajos y comunicaciones originales.

Por libros y revistas* dejó esparcidos múltiples trabajos que forman una interminable lista, todos interesante y e un gran valor.
*(España Médica. Los progresos de la Clínica. Actas Dermosiflilog.)

Algunos de sus trabajos figuran más adelante. Todos ellos, según Alvarez Sain de Aja, escritos con gran rigor y estilo, pero continúa diciendo que, los dermatólogos echan de menos un libro fundamental suyo, y que aún pasado el tiempo, serviría de guia y de norma en esta especialidad que cada dia, en concepto más amplio en relación con la Medicina Interna, adquiere un mayor relieve.

En la dedicatoria del libro de Sánchez Covisa y Bejarano, titulada "A la memoria del Profesor Azúa, dice:

" La más notable y legítima aspiración del que se dedica a la enseñanza es que sus discípulos igualen su obra y si es posible la mejoren. Nosotros no tenemos la pretensión de superar ni aún igualar, la obra de Azúa, pero si queremos, dentro de nuestra modestia, completarla. Y creemos, acaso con excesiva vanidad, que al intentarlo, realizamos los deseos del maestro"

Esta misma dedicatoria dice que, a pesar de la actividad prodigiosa del Profesor Azúa, no llegó a publicar el tratado de enfermedades de la piel que él soñaba y que la ciencia española le pedía y que con la obra que hoy publica, que es, en realidad, parte de su obra misma, puesto que a su lado se habían creado, completan la fecunda labor del maestro, su aspirción se verá lograda. También dicen que dejaran a los discípulos que lo sigan y les superen, "en el trabajo y la gloria de escribir", y de mejorar la obra de Dermatología que hubiese escrito el maestro.

Lo que caracteriza a este profesor y a sus discípulos, manifiesta Alvarez Sierra, es el detenimiento en la observación de las lesiones, la minuciosidad al escribir las caracter´siticas de la piel enferma, y los razonamientos en que fundamentaba sus diagnósticos. Sobre este particular Gimeno Vicente escribe del maestro:

".....En el maestro encantaba su facilidad de improvisación, con una exactitud y justeza extraordinarias, sobre cualquier punto que suscitaba la presentación muchas veces imprevista de un enfermo para que el los examine..."


"....Había que ver entonces como, después de una rápida visión exploratoria de conjunto, hablaba y hablaba sobre todo cuando se refería a la dolencia: historia, etimología, etiología, síntomas, evolución, pronóstico y terapéutica, todo. En rápida exposición quedaba hecho un cuadro clínico, acabado, magistral. Su enseñanza era original...., suya. Amante de lo práctico, como requiere la naturaleza de toda disciplina médica, daba siempre, siempre, su lección con enfermos: No concebía que se enseñase sin el caso vivo. Esas hermosas disertaciones improvisadas casi siempre, repetidas una y mil veces (mañana y tarde), las leía el Dr. Azúa con una naturalidad, con una expontaniedad que encantaban, dejándo siempre un reguero de enseñanza. Prueba de ello es el numeroso público médico que acudía a las sesiones de la Sociedad Dermatológica Española"

Azúa era el éxito de la observación y de la intepretación de lo observado.

Al ingresar en la Beneficiencia Provincial José Sánchez Covisa y Álvarez Sainz de Aja, se encuentra D. Juan de Azúa con un refuerzo de consideración que hace explotar lo que llevaba dentro y florecen y fructifican sus enormes conocimientos clínicos y su capacidad constructiva. Fue por entonces cuando, despues de treinta años de ser licenciado, se doctoró, versando su Tesis sobre " La reacción de Noguchi en Sífilis", y fue precisamente por este trabajo excepcional cuando a los dos años, en 1911, le hicieron Catedrático efectivo.

A su regreso de Francfurt, pronuncia en el Ateneo de Madrid una extraordinaria conferencia sobre tan excepcional, por aquel tiempo, terapéutica. Las cien primeras historias clínicas de enfermos tratados por este descubrimiento terapéutico, repletas de datos y escritos en alemán correcto, se le enviaron a Ehrlich; este le encargó de un modo especial estudiase el Salvarsan en sus relaciones con la Sífilis hereditaria. 

Imágen/Lab.Beecham
Tal importancia adquirió para Ehrlich la figura de Azúa, que antes de aparecer el Neosalvarsan en el mercado mundial le envió doscientas dosis para experimentación, recomendando que le interesaba conocer el criterio de su escuela. Sobre este particular, NEISSER, SIEBERT y OBERLAENDER en una nota del traductor dice:

"Nosotros fieles al criterio desde un principio sustentado por el Profesor Don Juan de Azúa, nuestro ilustre maestro y jefe, y fundándonos en la experiencia que ha proporcionado sobre el particular el abundante material de su clínica..."

Las alusiones al Profesor, aparecen en infinidad de textos y revistas; así en cuanto a la técnica del empleo del Salvarsan, tambien fue Azúa el primer experto, y en un trabajo publicado por el número de Junio-Julio de 1911, Año III de Actas Dermosifilográficas, en la página 6 de éste trabajo dice, que como sobre estos particulares, "nos obligaría a extendernos en largas consideraciones la demostración de nuestra discrepancia, nos remitimos al trabajo del Sr. Azúa, donde este autor hace tiempo dejó bien planteados estos asuntos"
Otra alusión de esos mismo autores, en cuanto a la experiencia con las inyecciones de calomelanos manifiestan, que casi al mismo tiempo que Neisser, e independientemente de él, recomendó el Profesor Azúa el uso combinado de Salvarsan e inyecciones de calomelanos.

También fue modificado ventajosamente por Azúa el procedimiento original de la reacción Wassermann empleando amboreceptor antihumano y complemento humano; así puede demostrarse por los comentarios de Álvarez Sierra:

"Cuando las gentes dudaban, cuando el público técnico no sabía a que atenerse respecto al Wassermann, las observaciones de éste maestro, controlado con sus diagnósticos clínicos, tuvieron el valor de una sentencia".

Azúa creyó siempre en la estadística. Si esta era honrada, afirmaba que, sabiéndola leer a fondo, aportaba, además de experiencia, normas sugeridoras.

Esta figura de la Dermatología era de estatura regular, más bien bajo que alto, delgado, no muy derecho de columna vertebral, con brazos y piernas ágiles. Su nerviosidad y su violencia al reaccionar contra toda clase de circustancias desagradables, dieron lugar a múltiples anécdotas y episodios.

El Profesor Azúa era todo un carácter, trabajador infatigable, así lo demostró hasta el último instante, rudo en la forma de ordinario, fino en el fondo. Recto y justo, catedrático de enorme conciencia docente y de cumplimiento del deber, aprovechó su tribuna oficial para conjugarla con la experiencia y la enfermería de su Servicio del Hospital de San Juan de Dios. Puede considerarse al maestro Azúa, como el modelo de médicos del Hospital y clínico.

En plenos dias de gloria y de felicidad, cuando su escuela conquistaba la máxima consagración en el extranjero, sufrió un ataque de hemiplejía, por embolia cerebral, en 1918. Supo aún sobreponerse a tan grave dolencia y arrastrando su parálisis continuó viendo enfermos, publicando, estudiando y asistiendo a Cátedra. Vivió Azúa, sin embargo sobreviviéndose a sí mismo. Inteligencias como la suya no pueden apagarse fácilmente.

Elegido académico en la vacante del Dr. Guedea, el 30 de Abril de 1916, murió sin llegar a leer el discurso(*) de ingreso el día 5 de Mayo de 1922; discurso que sería su última producción, titulado: "Clasificación y comentarios dermatológicos", en el que expone un plan completo de distribución nosológica de las enfermedades de la piel según los modernos conceptos de anatomopatología y etiología. Este trabajo también sería el preparatorio para su gran libro. El arsenal recopilado para este -¡más de 80.000 historias clínicas de enfermos vistos por él!- le hubiera suministrado datos insustituibles que habrían valorado extraordinariamente su libro. Por el interés que esto conlleva, hemos considerado hacer unos comentarios, así como insertar su clasificación, lineas más adelante.

Su cadaver recibió sepultura en la Necrópolis del Este, el día 5 de Mayo de 1922.

Su trayectoria posee tal importancia que merece transcribir su Autobiografía en página aparte.

(*) Discurso de ingreso....."Ante todo perdón por el retraso con que acudo a daros las gracias por el honor que hace cinco años de vosotros recibí, al ser elegido miembro de esta Corporación..."
"...para ingresar en ella, traigo lo que más genuinamente represento..." (Así comenzaba Azúa el discurso para su recepción en la Real Academia de Medicina).
"Ingresé por oposición sin chanchullos propios en el planeta tierra el primero de Septiembre de 1859 en Madrid, 142 de la calle de Hortaleza; inmediatamente fuí transportado a Siruela (Badajoz), en donde además de las picaduras propias de la angelical niñez, aprendí por el sistema Iturzaeta a escribir, y a leer por el sistema de una palmeta con agujeros que un fierísimo Maldonado que teniamos por maestro, manejaba con gran liberalidad; descollé en tirar piedras y en el fomento del vicio de fumar, por apropiarme de cigarrillos de mi padre y repartirlos al anochecer en el pórtico que tenía la escuela en la plaza del pueblo; allí inicié mis aptitudes discursivas, pero nada hacía pensar que yo estuviera destinado a la dermatología clínica y a su enseñanza..."
"...A los nueve años torné a Madrid y quedé en casa de un mi tio, médico, Dr Juan Suarez Monge, gran humanista y mejor persona, que me educó con sin igual cariño, introduciéndome la lógica y la filosofía del sentido común que era en él natural y abundante, aunque decía que la había aprendido con los frailes de Santo Tomás, a cuya enseñanza concurrió del año 30 al 40 del pasado siglo; hice el bachillerato en el noviciado, pero lo aprendí en casa con mi tio y con un maestro mixto de seminarista descarrilado y arquitecto encarrilado, que entre preposiciones, silogismos y algún pellizco, me introdujo algo de humanidades y más elementos de matemáticas, llegando a bachiller con los generosos sobresalientes de rigor el año 75, en el que mi tio Juan murió entre los cincuenta y sesenta años, de crup diftérico, contagiado por un enfermito a quién asistía; este año empezé la medicina con el preparatorio y el 77 ingresé como interno y estuve hasta terminar en las clínicas de Encinas, de Creus, Olivares (tocólogo) y Cortagnenera, en donde curando a un enfermo que, siendo ciego, había contraido una blenorragia y contagiado los muñones de sus ojos, tuve la gran desgracia de contagiarme yo el ojo izquierdo y perderlo en tres días; este desastre no extinguió mis amores clínicos y seguí en las enfermerías hasta terminar; en estos años escolares fuí presidente del Ateneo de Internos e hice un trabajo algo curioso para aquel tiempo, que fué el ensayo del cloroformo en el parto en 68 o 70 casos..."
"...Licencié en Marzo del 79 y el 80 hice oposiciones a Sanidad Militar, obteniendo una plaza que no llegué a ocupar, por atraerme mis aficciones hacia los hospitales de Madrid..."
"...El 82 hice y gané oposiciones a una plaza única de Beneficiencia Municipal y desempeñé la tercera sección de Buenavista, que comprendía..................

Continuará...

BARRIO MEDINA, José

Alvarez Sainz de Aja y Gómez Orbaneja dibujan la personalidad y obra de Dr. Barrio Medina, en la Sesión científica celebrada en Madrid, el dia 9 de Junio de 1954; y nadie mejor que estos autores, sus colegas, pueden ofrecernos la biografía que exponemos:

Finalizó sus estudio médicos, alos veinticinco años, después de su internado en el Hospital de San Juan de Dios en los servicios del Dr. Azúa, donde había de continuar durante varios años de asistencia asidua y de trabajo. "Conmigo y en  mis servicios, aprendió la cartilla de la especialidad bastantes años" dice Sainz de Aja.

Durante su permanencia en el Hospital de San Juan de Dios fundó la Asociación de Dermatología de Alumnos Internos, de la que fue su primer Presidente.

Las aportaciones más destacadas e insistentes fueron, entre otras: "La medicación bismútica de la Sífilis", plasmada en numerosas aportaciones; sus contribuciones a la organización de la lucha antivenérea; sobre la utilidad de las irradiaciones ultravioleta; sus esfuerzos para atenuar la acción tóxica de los salvarsanes; su estudio de las atrofias cutáneas; un caso de erisipela tratado con sales de cobre; el tratamiento de las sífilis por sales de bismuto (1921).

Este hombre de origen modesto, gran entusiasta y con gran sentido colectivo de la defensa, muere en la ciudad donde nació, Madrid, de la que siempre hizo honores, el día 5 de Mayo de 1954, ya fuera del periodo de nuestro estudio.